martes, 3 de mayo de 2011

*EL DESTINO DE LAS HERMANAS*

           


                                  

A diferencia de los famosos protagonistas de Fiodor Dostoievski, las hermanas Karamazov -Lily, Betty y Mary- son totalmente desconocidas, aunque sus vidas también podrían servir de argumento para una novela. Lily, Betty y Mary son inglesas típicas. Viven en la  casa  familiar en la periferia de Londres. Todos los días toman elfiveo'clock tea. De buena presencia, les gustan los animales y son amables. Siempre tienen una palabra agradable para el  tiempo aunque fuera ruja la tempestad más feroz. En resumidas cuentas, unas auténticas señoritas Pero no logran casarse. Lily, a sus cincuenta años, ya es una experimentada solterona resignada con su destino. Betty, que está a punto de cumplir los cuarenta, todavía alberga cierta esperanza. La más joven de las Karamazov, la treintañera Mary, por ahora ni siquiera piensa en el matrimonio. Y todo por culpa de su apellido. Nadie, absolutamente nadie  en Inglaterra, querría casarse con una chica que se apellida Karamazov. Karamazov  en  inglés suena a espía ruso. A los novios potenciales, el sonido de este funesto apellido les hace recordar el suicidio.

Es inútil explicar que la que se suicidó fue Ana Karenina en otra novela completamente diferente. Los prejuicios son más firmes que la fe más ardiente.
Unos diez años atrás, Lily Karamazov quiso cambiar el apellido familiar y sustituirlo por otro más aceptable (Smith, Jones, Parker), pero resultó que era imposible hacerlo.  Las leyes inglesas a veces son extrañas. Es posible, por ejemplo, cambiar el apellido y. en  lugar de Smith, llamarse Jones. Pero si te apellidas Pavlovic, en Inglaterra serás  Pavlovic, o puedes liar el petate y largarte por donde has venido. Es cierto que existe  un  resquicio en la ley; las Karamazov podían haberse marchado a los Estados Unidor cambiarse allí el apellido, volver al Reino Unido y obtener nuevos documentos. Y lo habrían hecho, pero no tenían dinero. Su padre, George Karamazov, antes de morir había cambiado todos sus ahorros, unas 250.000 libras, en rublos. Entonces, la URSS se desmoronó  de repente y, en el caos de la inflación y en la inflación del caos, la herencia de las hermanas Karamazov se redujo a una miserable veintena de libras.
Dostoievski siempre se inventó los nombres y apellidos de sus protagonistas.  Se  esforzaba para que fueran lo más grotescos posible. Para los que saben ruso es evidente  que  los apellidos Marmeladov, Smerdiakov,  Raskolnikov,  son ridículos e inventados. Para  las necesidades  de  la novela sobre los hermanos  desunidos, Fiodor  Mijailovich  acuñó el  apellido  Karamazov, que  en  ruso  no  significa absolutamente nada, pero que por casualidad  coincide  con un antiguo apellido inglés.

La  fama  que alcanzó la novela llevó a todo el mundo a pensar que Karamazov era  en  realidad  un  apellido  ruso.
  A nadie le preocupa que las hermanas Karamazov se queden solteras por ese motivo.
   Lejos  de Londres, en un pequeño pueblo de Sussex, viven las ocho hermanas Marmeladov: Katy, Sissy, Marayajuly, Cintia, Lucy, Jennifer y Ginger. Katy la mayor, tiene veintiocho años, y Ginger, la benjamina, veintiséis. Debe de haber uno o dos pares de gemelas (la dife­rencia de edad es muy pequeña para que hayan nacido una tras otra), pero no se sabe quiénes son. Se parecen todas entre sí como gotas de agua. Katy, Sissy y Maraya ya están casadas y viven en aburridos matrimonios. Al resto de las hermanas las asedian los preten­dientes. Ellas, sin embargo, se consideran aún demasiado jóvenes para casarse. A diferencia de las desdichadas Karamazov, no beben el fine o'dock tea. Desprecian las conversaciones sobre el tiempo. En resumidas cuentas, aunque son inglesas de pura sangre, se comportan como rusas. Son muy románticas. Beben vodka. Tocan la balalaika. A la ópera de Londres la llaman teatro Bolshoi. Probablemente espían para el KGB. Y todos las quieren. En todas partes son bien vistas y bien recibidas. A nadie se le ocurre preguntarse cómo es posible que en mitad de Sussex se apelliden Marmeladov. A veces las cosas pequeñas tienen graves consecuencias. Las infelices Karamazov escriben su apellido Karamazoff, mientras que las prósperas Marmeladov lo escriben con // y w, Marmelladow. Esto también resulta muy inglés. Además exonera de culpa a Fiodor Mijailovich. La imaginación no puede tener la culpa de todo. También la ortografía influye mucho en el destino de las personas.
En Belgrado, capital de Serbia, viven las cuatro hermanas Jefferson. Milena, Vesna, Gordana y Mila. Son serbias de pura sangre. Cuando a mediados del siglo XIX se introdujeron en Serbia los apellidos fijos, su tatarabuelo Avram, un hombre excéntrico, en lugar de elegir uno normal como Karamarkovic, Pavlovic o Petrovic, se decidió por Jefferson. Y con ello causó la desgracia de sus tataranietas.
      A  diferencia  de  las  Karamazov, que no consiguen casarse, ellas están obligadas a hacerlo -según exige la costumbre- quince o veinte veces al año. Así es la ley en este país cruel: las muchachas cuyo apellido no termina en «ic» tienen que aceptar a cualquiera que las pida en matrimonio que tenga un apellido con esa termi­nación. Ya pueden imaginarse que entre los pretendientes hay toda clase de sujetos Se casan, pasan un par de semanas con una de las hermanas y  luego  las  abandonan.
     Sea  como  fuere,  da  igual  dónde  viva,  da  igual  de  que  sexo  sea,  en  este  mundo  es  difícil  ser  hermana.





                                                                                          Svetislav   Basara[1]



        Publicado  en  la  revista  Le  Monde  d’Hermès (Automne-Hiver 2009)

      













       
        [1] Diplomático  serbio,  autor  de  Perdido  en  un  Supermercado,  El  Espejo  Resquebrajado  y  Guía    de   Mongolia  entre  otros.  Todas  novelas  y  relatos  delirantes.

2 comentarios:

  1. ¡Al fin! Quería felicitar a la autora, Madame Bastitz por tan estupendo blog. Voy leyendo la novela e intrigándome mientras bebo mis buenas tazas de tea, Whittard of Chelsea.

    "Jaque al Emperador" ya la he leído y la recomiendo encarecidamente, no sólo como una novela de intriga, sino para aproximarnos a una de las tesis más fidedignas que podemos encontrar sobre la misteriosa muerte del heredero austrohúngaro, tanto los que somos conocedores de la historia de la dinaastía, como aquellos que se aproximan a ella por primera vez.

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  2. Gracias,señora, por recomendar mi novela. Saludos cordiales

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