Estos días despertamos de una resaca consecuencia de la borrachera de felicidad a la que nos precipitó Zapatero al anunciar su retirada de la política. Decisión que debe de haber aliviado a media España, mientras sus acólitos nos venden sus desafueros como si se trataran de grandes aciertos. Discúlpenme ustedes si al recordarles la disertación de Pajín, relativa a la alineación planetaria que debía darse cuando Obama en Estados Unidos coincidiera con Rodríguez Zapatero al frente de
la Unión Europea, les provoque una indigestión. Aquello fue de sonrojo nacional, aunque creo que ella se quedó tan pancha, porque desde entonces hasta ahora ha seguido sin controlar sus desatinos. Por otra parte, que tengamos un Gobierno donde varios de sus ministros solo puedan acreditar una formación académica que no va más allá del Bachillerato, es un buen motivo para desear un cambio político, con gente más preparada, a fin de poder afrontar con mayor brillantez estos tiempos convulsos que nos ha tocado vivir. Claro que si una, que se considera liberal y alérgica al conservadurismo, se dedica a explorar las alternativas políticas del panorama nacional, corre el riesgo de padecer urticaria.
Pero como el señor Zapatero, pasará a la Historia con más pena que gloria, vamos a lo que
realmente nos interesa. La semana pasada les hablaba del Club Bilderberg, y les hice participes de mi sorpresa mientras leía las reflexiones de Daniel Estulin. Hoy tengo en mis manos el último libro de Stéphane Hessel, diplomático francés nonagenario, y uno de los artífices de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, titulado ¡Indignaos!, y les aseguro que voy de sobresalto en sobresalto.
Cuando les hablaba de que los amos del mundo propiciaban las desigualdades sociales en beneficio propio, que la prensa estaba en manos de miembros y simpatizantes del Club, y que el Bilderberg había abogado por una disminución de la calidad de la enseñanza, no esperaba que Stéphane Hessel nos lo iba a evidenciar, en pocos días de diferencia, al poner de manifiesto en su
libro las siguientes críticas:
“Todos juntos debemos velar para que nuestra sociedad sea una sociedad de la que podamos estar orgullosos, no esa sociedad que pone en duda la jubilación, el derecho a la Seguridad Social, no esta sociedad donde los medios de comunicación están en manos de la gente pudiente. Una verdadera democracia necesita una prensa independiente.
Se atreven a decirnos que el Estado no puede garantizar los costes de estas medidas ciudadanas. Pero ¿cómo puede ser que actualmente no haya suficiente dinero para mantener y prolongar estas conquistas cuando la producción de riqueza ha aumentado considerablemente desde la Liberación[1], un periodo en que Europa estaba en la ruina? Pues porque el poder del dinero nunca ha sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del Estado. Los bancos, privatizados, se preocupan en primer lugar de sus dividendos y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interés general. Nunca había sido tan importante la distancia entre los pobres y los más ricos, ni tan alentada la competitividad y la carrea por el dinero”.
En lo relativo a la educación, Hessel critica las reformas implantadas en Francia, y alega:
“La Resistencia[2] apelaba a “la posibilidad efectiva de todos los niños de beneficiarse de la enseñanza más desarrollada” sin discriminación. Sin embargo las reformas propuestas en el 2008 van contra este objetivo. Jóvenes profesores, a los que apoyo, han llegado al punto de negarse a aplicarlas y han visto como se reducían sus sueldos a modo de castigo”.
Indignaos páginas 21, 22, 23 y 25
Entonces me viene a la memoria aquel fragmento del relato de Estulin donde nos decía que los socios del Bilderberg habían desplegado sus estrategias para convertirnos en unos mentecatos. Y se me ocurre la pregunta del millón: ¿Los españoles estamos indignados? La verdad es que motivos no nos faltan, y si no juzguen ustedes mismos.
Cada año los precios de los productos básicos suben como consecuencia de la crisis económica mundial, del encarecimiento del petróleo, de la escasez de recursos naturales y de la globalización. En definitiva, la oferta disminuye mientras la demanda crece. En el caso de España, para sufragar tan elevados costos, el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero aumenta los impuestos en detrimento de los contribuyentes. Ya que, solo los países con más poder económico pueden asumir el peaje implantado por los amos del mundo.
Imagino que meses atrás, los funcionarios no debieron de recibir con gran alegría la bajada de su sueldo, anunciada por el ministro Blanco, con tan didáctica explicación:
"Va a ser un recorte equitativo. El funcionario que cobre 1.200 euros tendrá un recorte aproximado de 36 euros al mes. Una persona que cobre 3.000 euros tendrá un recorte aproximado de 220 euros al mes. Se recorta más al que más cobra. Porque el que más posibilidades tiene ha de contribuir en mayor medida a este esfuerzo nacional".
En realidad, me gustaría conocer el arrojo del señor Ministro en bien de la economía del país, porque
viéndole una pone en duda que posea la clase de brío que determina las acciones de los emprendedores.
A todo esto hay que añadir que en marzo el paro ha aumentado un 0,80% respecto a febrero pasado, es decir que 34.406 personas han pasado a engrosar el número de desocupados, y según cifras del Ministerio de Trabajo el desempleo afecta a 4.333.669 españoles.
Como se dice comúnmente, el horno no está para bollos. Ya lo reconocía Denis Healy, ex ministro de Defensa británico:
“Lo que pasa en el mundo no sucede por accidente, hay quienes se encargan de que ocurra. La mayor parte de las cuestiones nacionales o relativas al comercio están estrechamente dirigidas por los que tienen dinero.” Las palabras de Healy no son más que la expresión de un pensamiento colectivo cada vez más amplio.
Pero cuando ya me convencía de que indignarse no era posible en nuestro país, que estábamos a años luz de los franceses que en su día se lanzaron a una revolución y cambiaron el mundo, que ante las adversidades, los españoles solo parecen preocupados por el futbol en todas las modalidades de competición, Liga, Copa, Champions League, los entrenadores Mourinho, Guardiola... o el romance Piqué Shakira, más que las agresiones diarias del Gobierno a su economía doméstica, surge una noticia esperanzadora, a la que no se ha dado difusión mediática para no perjudicar a los lacayos del Club Bilderberg, y que se anuncia de la siguiente manera:
Bajo el nombre de 'Objetivo Moncloa', varias organizaciones sociales animan una iniciativa espontánea de ciudadanos que, "tras encontrarse sin amparo, ante la pérdida de sus viviendas y bienestar, tal como promulga nuestra Constitución", han decidido acampar en el Palacio de la Moncloa, el tiempo que haga falta, como protesta por la situación de exclusión social a la que se han visto avocados, y se muestran firmes a adoptar esta actitud como último recurso a fin de que sus problemas alcancen una solución satisfactoria. Los promotores de esta iniciativa también están detrás de una concentración el próximo 15 de mayo, a las 18:00 horas, bajo el lema 'Democracia Real, ya. No somos mercancía en manos de políticos y banqueros'.
Señores, ya va siendo hora de qué los españoles hagamos patente nuestra protesta. También les animo a acampar en la Zarzuela por si la Moncloa les queda pequeña. ¡Indignaos! Buenas tardes
[1] Derrota de Alemania y fin de la II Guerra Mundial.
[2]Se refiere a la Resistencia francesa, de la que Hessel fue héroe, y del programa elaborado por el Consejo Nacional de la Resistencia, que reconocía como único líder al general Charles de Gaulle que la dirigía desde Londres, mientras Francia estaba en manos de la Alemania nazi y del gobierno colaboracionista de Vichy.
María, no conozco de forma directa la política española (salvo lo que leo a diario en los periódicos digitales españoles), así que no puedo tomar postura frente a lo escrito, sin contar que es un hecho general que la política española no ha sido atinada durante el Gobierno de Zapatero. Pero lo mismo sucede en mi país. Lo que sí me ha llamado la atención es el libro que comentas. veré si lo consigo por internet. Saludos.
ResponderEliminarJustamente me han recomendado el libro esta mañana y además sólo cuesta cinco euros. Es pequeñito pero se va a convertir en un auténtico manifiesto por lo que veo, a ver si mañana me acerco y adquiero uno.
ResponderEliminarUn saludo.
Laura
Estimada Rosángela: El libro de Hessel es de publicación muy reciente, puede que lo encuentres en la web de la editorial en versión digital.
ResponderEliminarEstimada Laura: La lectura de ¡Indignaos! es totalmente recomendable, ya lo verás.
Saludos