Hoy les podría hablar de otros temas. Del debate del Estado de la Nación, por poner un ejemplo, que se celebra en el Congreso de los Diputados, o de lo ruinoso del trayecto del AVE, que enlaza Toledo con Cuenca y Albacete, que va a ser suprimido porque solo viajan en él diecisiete personas al día, y le cuesta a RENFE, es decir al heraldo público, la friolera de 18.000 euros cada 24 horas. Y para aquellos que creen que la Historia no se repite, solo un recuerdo, las reflexiones de Gaspar Melchor de Jovellanos, hombre cultivado de la Ilustración, jurista y político, que como director de la Sociedad Económica Matritense, redactó varios estudios sobre la economía española, entre los que hay que destacar el de la Ley Agraria, donde ya advertía al Gobierno de entonces, que se habían hecho grandes dispendios en carreteras, los llamados caminos reales, para conectar entre sí a las distintas provincias, mientras se confiaba al azar la articulación de las comunicaciones locales. Y sugería que la solución del problema pasaba por dejar de lado el lujo y la ostentación y enlazar internamente los territorios a fin de favorecer su prosperidad. Doscientos años más tarde, Jovellanos murió en 1811, el ministro Blanco todavía no ha aprendido la lección.
Pero como mi espíritu crítico no se encuentra en su mejor momento, y los desatinos del sistema político en nuestro país son para decir:”Apaga la luz y vámonos”, me he decidido a hablarles de las virtudes de un producto, que cuando lo saboreen pueden alcanzar un delirio de sensaciones gustativas, capaces de producirles un placer irracional. Me refiero, ni más ni menos, que al jamón ibérico.
Jamón es el nombre genérico que recibe el resultado del salado en crudo y el curado de forma natural de las patas traseras del cerdo. Las delanteras, pese a tener un proceso idéntico de elaboración, reciben el nombre de paleta, o paletilla.
Jamón es el nombre genérico que recibe el resultado del salado en crudo y el curado de forma natural de las patas traseras del cerdo. Las delanteras, pese a tener un proceso idéntico de elaboración, reciben el nombre de paleta, o paletilla.
A pesar de que las noticias más remotas que se conocen del jamón datan del Imperio romano, se cree que los primeros cerdos fueron traídos a España por los fenicios. Y cuenta la leyenda, que allá por el año 990 después de Cristo, época en que en la península convivían árabes, judíos y cristianos, Isaac –ben- Saliman, ejercía como médico en el Califato de Córdoba, y declaraba que la carne de cerdo era un alimento sano y muy aconsejable, razón por la cual los carniceros de la ciudad la vendían al margen de las prescripciones de la religión islámica.
Por aquel entonces Ashma, hija de Galib, general en jefe del ejército del califa, se casó con Mohamed-ben-Amir, más conocido como Almanzor. Y estando la desposada esperando a su marido, después de que participara en más de cincuenta campañas para defender los intereses del califato, quiso que su bien amado probara el más exquisito de los manjares que ella había conocido, y le ofreció varias lonchas de jamón. Al primer bocado, Almanzor alcanzó el éxtasis. Pero al día siguiente, al descubrir que lo que su mujer le había dado era jamón curado de cerdo, entró en tal arrebato de locura, que urgió a Ashma a emprender el camino del destierro. Trágico fin para una esposa que se dejó seducir por la sinfonía de olores y sabores de un buen jamón.
Atrás han quedado los tiempos del caudillo del califato de Córdoba, y en nuestros días los auténticos rasgos de identidad de los jamones ibéricos son: la caña fina, el color de la uña, la esbelta silueta, donde la longitud domina sobre la anchura, y en la cara externa de la pieza destaca el corte del cuero en forma de uve (corte serrano), mientras que el costado contrario debe aparecer recubierto por una gruesa capa de tejido adiposo.
Existen tres tipos de jamón ibérico:
Jamón Ibérico de Bellota: Procede de cerdos cebados de forma continua con bellotas. La grasa de su superficie es untuosa y fluida.
Jamón Ibérico de Recebo: Se obtiene de cerdos que son alimentados con bellotas y otros complementos suplementarios.
Jamón Ibérico de Cebo: Procede de cerdos que únicamente comen piensos autorizados.
Al descortezar piezas de semejante calidad, la superficie del corte debe presentar abundantes infiltraciones de ínfimas betas de grasa entre las fibras musculares. Mientras se desprenden olores fugaces difíciles de definir, que harán que cada lámina, hojuela o viruta, ofrezca un matiz aromático distinto, que unido a un sabor indescriptible para el buen paladar, resultado de una elaboración esmerada, hacen que la denominación “pata negra” se emplee para distinguir un producto excepcional.
Amigos, bon appétit. y si queréis más información, porque yo, al fin y al cabo, soy una profana en la materia, no dudéis visitar la web http://www.fmsoria.com/
Hasta pronto
María Bastitz
Excelente artículo!!!!!
ResponderEliminarEl equipo de Jamones La Bellota
Muchas gracias
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