No es Jefferson un economista reputado con tres doctorados en Harvard, que se llena la boca de explicaciones incomprensibles para muchos de nosotros sobre la actual crisis bancaria. Ni tampoco uno de esos dudosos emprendedores sociales, con escasa capacidad de liderazgo, pero que cuenta con el apoyo de los poderes establecidos para manejar los desafios políticos que se plantean en la era de la globalización.
Indudablemente era un líder sí, pero no de esa calaña. Porque el Jefferson del que les estoy hablando, amigos, no es otro que el tercer presidente de los Estados Unidos; y que podía haber traído hasta mi blog por muchas razones: Por ser un hombre de la Ilustración , por leer a Homero o a Tácito. Por considerarse el principal autor de la Declaración de Independencia de su país, por proclamar el derecho innegable de los hombres a la libertad, a la propiedad privada y a la felicidad. Por considerar que los esclavos debían ser devueltos a África para frenar el mestizaje lo que, en contradicción con sus principios, no le impidió poseer seiscientos en Monticello su mansión, ni tener relaciones con una esclava de su propiedad llamada Sally Hernings, treinta años más joven que él, y que le dio varios hijos. Pero ninguno de estos motivos me ha impulsado a hablar de él.
Thomas Jefferson, está hoy aquí porque como buen estadista sabía que los bancos, igual que los estados, no tienen principios sino intereses. Y después de leer una carta escrita en 1802 al entonces Secretario del Tesoro Albert Gallatin que decía:
Pienso que las entidades bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que todos los ejércitos listos para el combate. Si el pueblo estadounidense permite que un día los bancos privados controlen su moneda, estos, y todas las entidades que florecerán en torno a ellos, privarán a los ciudadanos de lo que les pertenece, primero con la inflación y más tarde con la recesión, hasta que sus hijos se despierten sin casa y sin techo sobre la tierra que un día sus padres conquistaron.
Acabada la lectura, solo cabe preguntarse si Thomas Jefferson era un profeta o un visionario.
Saludos
Es muy evidente que en el mundo el capital es quien marca la pauta y el poder politico son solo los serviles lacayos del poder económico.
ResponderEliminarArquimedes dijo "dadme un punto de apoyo y moveré el mundo" esto se puede aplicar a laactualidad sin demasiados cambios, el capital es la palanca y el punto de apoyo los bancos, nosotros la fuerza que mueve la palanca y el mundo se mueve...