domingo, 12 de junio de 2011

* * * * LOS POLÍTICOS DE ANTES Y LOS DE AHORA * * * *

Hoy en día, cuando a más de uno de nuestros ministros, y a los candidatos a los comicios de marzo de 2012, los primeros, les convendría recordar las palabras de Winston Churchill: "El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones" y la
opinión pública no se cansa de pedir un cambio a gritos, me he permitido traer hasta el blog un artículo de Alberto de Frutos aparecido en la revista Historias de Iberia Vieja
 
                                –Los Políticos de Antes y los de Ahora–

Entramos en el mes de julio, el quintilis para los romanos antes de que la divinización de César tras su muerte impusiera el cambio del nombre, según nos recuerda Ignacio Monzón en su artículo sobre el calendario romano; y seguimos hablando de la crisis y de fútbol. O sea, más o menos como siempre.
Parece ser que el mito de que solo usamos el 10% de nuestro cerebro no es más que eso, un mito; pero sorprende que, a pesar de nuestras capacidades, nuestros intereses sean tan aparentemente limitados y tan semejantes nuestros gustos. Cuestión de educación, tal vez. En todo caso, este no es un problema solo de nuestro tiempo. Por volver a Roma, el circo hechizó a nuestros antepasados, al igual que hoy nos dejamos engatusar por el vuelo de un balón sobre el césped.
Pero julio -pórtico de la gloria del verano- nos permite también empezar a cultivar la serena inanidad que propician la indolencia y el calor. Lástima que este año el Congreso no pueda divertirse como en ejercicios anteriores, ya que, burlando el artículo 73 de la Constitución ("las Cámaras se reunirán anualmente en dos períodos ordinarios de sesiones: el primero, de septiembre a diciembre, y el segundo, de febrero a junio"), los plenos proseguirán en verano, y habrá ocasión de seguir encrespados.
No es que los políticos de antes fueran una balsa de aceite; y sobre los hombros de muchos de ellos -españoles y del siglo XX- recaen gravísimas responsabilidades. Pero hay que reconocer que, por limitados que fueran sus intereses y, en no pocas ocasiones, por temerarias que fueran sus intenciones, se expresaban con un estilo muy florido y hasta envidiable.
ORATORIA Y RETÓRICA
¿Cuándo se sustituyeron las clases de oratoria y retórica por las de propaganda? A modo de ejemplo, basta comparar las siguientes citas de políticos de antes con cualquier declaración de un representante público de ahora: "La vida inventa y crea; la ciencia procede por abstracciones, que tienen una aspiración, la del valor universal; pero la legislación es, por lo menos, nacional y temporal, y el gobierno -quiero decir el arte de gobernar- es cotidiano. Nosotros debemos proceder como legisladores y como gobernantes, y hallar la norma legislativa y el método de gobierno que nos permitan resolver las antinomias existentes en la realidad española de hoy; después vendrá la ciencia y nos dirá cómo se llama lo que hemos hecho"; o: "Las cosas no van bien, porque tenemos a la vista una revolución más fuerte y mejor organizada que la de octubre, y porque no queremos que nuestros hijos sientan oprobio al saber que hay hombres que trabajan de sol a sol por un plato de gazpacho y que muchos españoles viven como cerdos". Son discursos de dos personalidades controvertidas y antitéticas, Manuel Azaña y José Antonio Primo de Rivera.
Cabe deducir, por tanto, que las élites han bajado un par de escalones y que sus modelos para conectar con los votantes son otros. Sin embargo, las explicaciones que urge la ciudadanía y los problemas que los distintos gobiernos afrontan no han cambiado tanto, siguiendo los ciclos y las coyunturas de siempre. Por ejemplo, hoy se habla de la reforma laboral, un asunto tan viejo como la Revolución Industrial y que, en particular desde finales del siglo XIX, ha interesado a teóricos de uno y otro signo.
Pero la propia organización del trabajo nace con el mismo nombre, y es un consuelo revisar las distintas etapas de nuestro paso por el mundo, y ver lo mucho que hemos progresado desde la antigüedad más remota hasta hoy. "El rey Pipino celebró asamblea en Compiègne con los francos. Y hasta allí se llegó Tasilón, duque de Baviera, quien se encomendó en vasallaje mediante las manos. Prestó múltiples e innumerables juramentos, colocando sus manos sobre las reliquias de los santos. Y prometió fidelidad al rey Pipino y a sus hijos, los señores Carlos y Carlomán como debe hacerlo un vasallo, con espíritu leal y devoción firme, como debe ser un vasallo para con sus señores". No se trata de un contrato de trabajo post-reforma laboral. Es el primer ejemplo conocido de juramento vasallático en la época carolingia, según quedó registrado en los Annales regni Francorum (757). Feliz verano.
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En breve publicaré una entrevista a la escritora sevillana Sara González Villegas. Autora de los libros "Encontré el Olimpo bajo mi Cama" y "Dios es Amor, mejor con Humor" ambos de Editorial Hergué.
Un  saludo

María  Bastitz

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